Algo golpea mi cabeza,
quizás sea la vida y sus problemas,
quizás sea la tristeza y sus cadenas.
O la certeza de que en esta vida incierta,
eres lo que haces y no lo que finges ser,
la añoranza de saber que cada momento es único,
y la desesperanza de llevar unos cuantos perdidos.
Quizás sea el deseo de buscar descanso
al cansancio de esta existencia sin estribillo,
donde nada se puede repetir.
Es un sentimiento que debo escribir
para poder huir de este mundo,
aunque sea solo por un segundo.
Siendo sencillo de sentir, difícil de explicar mas todavía de olvidar
dime como sacar brillo a este triste verso roto del que soy devoto,
más bien esclavo, yo no fluyo, rehuyo,
construyo un lugar al que no puedes tocar ni llegar.
Quizás si me escuchas puedas entender
lo que se esconde tras la piel,
por qué hablo más con un papel.
Por qué aquel trazo de tinta hizo de palabras muertas
algo único, emotivo, le dio sentido a todo,
me dio un respiro, el descanso que un soldado
cansado y armado con pluma y verdad necesita.
Morir sin la libreta, revivir en los estrechos márgenes de una servilleta
la letra de un poeta como rescate de este mundo cruel,
de personas sin sentimientos,
de esta guerra sin cuartel de la cual no quiero formar parte.
Quisiera llevarte de viaje pero no sé si hay lugar para dos
en los retales más profundos de mi mente, un paisaje de trazos oscuros,
compuesto por charcos de sueños rotos.
Donde encontrarás a un niño que no quiso crecer
preso de fantasía,
imaginando lo que otros escribían
mientras creía todo lo que su madre le decía.
Ese niño vive en rebeldía con el viejo que dejó de creer
dejó de soñar,
quiso entender,
y dejó de jugar.
Intentó resolver los misterios
tras esos ojos silenciosos
ahora los suyos miran cansados
por la ventana del pasado.
Con envidia, nostalgia por la infancia perdida,
desde ese día melancolía es una buena amiga,
y el bolígrafo mi aliado con su verso
te describo este mi universo.
Donde también encontrarás suspiros que me dejaron sin aliento,
aquellas palabras que se llevó el viento y no pude recordar,
ríos de letras y verdades malheridas.
Las mentiras dijeron ser amigas
y tras varias puñaladas y caídas
di a las personas sinceras por perdidas.
Dime ¿crees qué podrías aguantarlo?
dime ¿crees qué podrías soportarlo?
yo me arranqué las alas, no quiero volar
en un cielo que no considero mi hogar.
Vago por el suelo con un escudo
duro como el acero,
el cual porto como abrigo.
Sin ser sincero, eso lo es mi lapicero,
sin tener miedo, o eso digo,
buscando por el mundo un consejo.
Ser capaz de resolver tus acertijos
buscando un cobijo, un amigo
que me salve del espejo y mi reflejo.
Busco un lugar donde lo malo no me pueda tocar,
pensar en sonreír, no fingir
sentir la libertad, volver a volar.
Notar que mis manos escriben sin la necesidad de sangrar,
sin drama, sin derramar ni una lágrima
sobre la página.
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