lunes, 25 de noviembre de 2013

Por mi parte, queda todo dicho

Me gustaría que quedase todo dicho, todo. Sin dejarnos una palabra, una coma y el un punto y final sobretodo el punto y final. Mas siempre nos olvidamos de él y me pregunto ¿ Qué nos mueve siempre a callar? Explícame como hemos llegado al punto de escondernos bajo un manto de falsa complicidad. Explícamelo porque no lo entiendo. No entiendo ese miedo esquizofrénico al desenlace inevitable, no entiendo por qué tanto miedo a la última página de una historia. Vivimos expectantes, siempre silenciosos desvelando la verdad con cuentagotas, gotas que caen cada vez más despacio, gotas que ya no mojan las mejillas de la sinceridad, gotas tan transparentes que uno ya no sabe si al final han dejado de caer.

Así caemos en el juego mudo de la imaginación, no se nos pasa por la cabeza preguntar, simplemente hablar con la otra persona al desnudo, libre de tapujos, sin peros, sin excusas, hablar para que todo quede dicho te guste o no, me guste o no. Pero no, acabamos jugando a ese estúpido juego de las adivinanzas, imaginando que pensarán los demás, cuáles serán los motivos que les mueven a actuar y nosotros les tratamos acorde a lo que nos imaginamos sin saber si nuestro pensamiento es el correcto. Tan solo por no preguntar, por miedo a escuchar una respuesta que no queremos oír, quizás afrontar un rechazo, la mirada fija y punzante que sufrimos al hablar claro o quizás por no poder soportar los sentimientos afónicos de dolor de nuestro corazón, o del corazón de la otra persona, porque esa es otra, siempre queremos y hemos de quedar bien, cuestión de apariencias. 

No hablamos porque si lo hacemos algo puede cambiar y todo cambio asusta verdad. Callamos hasta que el fino hilo de la paciencia estalla en mil pedazos dejando caer todas las palabras ocultas y soportadas en estoico silencio. Luego... un arrebato, un impulso. un súbito rapto de cansancio invita a hablar, invita a no moverse del lugar hasta que todo quede dicho por las dos partes... Y será que en ese momento  es cuando no nos entendemos, como si hablásemos dos lenguajes distintos mas yo te hablo con el corazón y de tu boca solo escucho e ronco y tosco sonido del miedo, de una verdad a medias, de una mentira a medida y así continua y continuará la historia, hasta que nos olvidemos del asunto, hasta que nos olvidemos.

Por eso, si eso pasa, me gustaría haber dicho todo lo que pienso, porque creo que nos merecemos la verdad, quiero que todo quede dicho para no poder echar nada en cara. Porque estoy cansado de ser políticamente correcto, cansado de "tú sabrás", del " en otro momento" del " es complicado, no lo entenderías", cansado de este circo y de tantas tonterías. No quiero adivinar lo que piensas, no quiero adivinar que te pasa ni lo que sientes, no quiero, me retiro de este juego. Y no seré tan hipócrita como para esperar que tu sí lo hagas por lo que no iré con medias tintas. 

Quiero que quede todo dicho, decirlo todo aunque no vayas a escuchar, aunque no lo creas, decirlo todo aunque no sirva para nada.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Niños grandes

¿Recuerdas? Hicimos un pacto y dejamos de crecer,
en secreto detuvimos el tiempo para no envejecer,
pero el calendario es caprichoso y lo volvió a hacer,
recordarnos a diario, que en Noviembre, debemos ceder

A  ese pulso intenso ya perdido con el destino,
al sincero beso de una madre, tierno y con cariño,
a la mezcla de nostalgia y alegría de ese padre
al ver como su niña madura y se hace grande.

Lo que no saben es que todo es una gran mentira,
no entienden la verdad  escondida en estos sueños suicidas,
porque la realidad es, que somos y seremos críos de por vida...


De por vida, sí. Sin importar la fatiga producida por la herida que germina de las responsabilidades, del " ya eres mayor para eso", del "hagas esto, debes dar ejemplo", el "estudia, calla, trabaja, madura y deja atrás las tonterías de la infancia, de la adolescencia". Lo que no se explican es que hicimos un pacto secreto, detuvimos, detuviste el tiempo a los veinte. No se explican como el reloj interno puede estar intacto, cómo se mantiene fuerte y por qué debes protegerlo de los adultos y sus quimeras. No entienden que lo que marchita es el envoltorio, esta cárcel de carne y hueso, una cárcel donde debajo de la piel se esconde lo que somos, niños grandes. Es innegable que pasa el tiempo, es verdad, pero preferiría recordarnos, preferiría recordarte siempre...


Preferiría recordarte en una guerra de almohadas,
haciendo el indio con pintadas en la cara,
con sábanas blancas en la espalda como capas,
y un mando de la tele por espada.

Recordarte recitando de memoria diálogos de películas,
como Harry Potter, y en tu muñeca las tres reliquias,
con el brillo de tus ojos como los polvos de campanilla,
cuando permitía volar a Wendy de una manera tan sencilla.

 No solo recordarte, quisiera imaginarte dentro de cincuenta años,
jugando con los nietos en secreto a ser magos,
con arrugas en los ojos de reír y ser feliz,
con un alma pura que no sufrió ningún matiz.

Sí, sin ningú matiz, Porque por muchos problemas, por muchas responsabilidades que soporten nuestros hombros, por muchos errores, golpes y desengaños que vayas o vayamos acumulando y guardando bajo llaves en las cicatrices del corazón, siempre somos y seremos niños grandes.

Y eso no significa no crecer ni aprender, o estancarnos en el niños que fuimos ayer. Porque también tenemos conversaciones filosóficas sobre la vida, su pasado, presente y futuro, conversaciones filosóficas sobre uno mismo, sobre el otro, autocrítica, conflictos, verdades sin reproches, conscientes de errores, creciendo sigilosos, más serios, más maduros aunque no nos crean y nos tachen de locos al ser, niños grandes.

Así que el mensaje de este texto es que no importa si es en prosa o en verso, da lo mismo. Espero que en esta letra quede claro que dejamos de cumplir años, porque en secreto hicimos un pacto entre nosotros y dejamos de crecer a los veinte. Pero por un día finjamos hacer las paces con el calendario y brindemos por un año más, por unos felices y renovados 20 años.

...


Nacemos entre llantos, gritos y lágrimas,
sentir la luz fue el milagro a todas las plegarias,
de una vida, ese libro de hojas blancas,
y hoy con los amigos, escribimos una de esas páginas.



Felicidades.