Si, Soy
culpable de no saber como decirlo. Si, Soy
culpable de no escoger las palabras adecuadas, Soy la tenue confusión que reflejo, el titubeo de mis labios
indecisos, Soy esa ceja tuya que se
arquea desafiante, la gota de sudor que recorre la frente lentamente hasta
precipitarse indiscutiblemente al vacío.
Soy
indecisión al ver como tu semblante sereno se impacienta. Soy nerviosismo frente a tus ojos fijos e impasibles. Soy el pensamiento que merodea por las
paredes de mi cabeza buscando sin alientos a las palabras que juegan al
escondite. Soy mis manos, moviéndose
compulsivamente sin descanso, intentando paliar el desconcierto de lo que mis
palabras no dicen. Soy tus pies
golpeando el suelo de manera intermitente, Soy
el hueco silencio que en mis oídos se vuelven profundos chillidos.
Soy
la breve pero dulce oscilación de tu pelo al darme la espalda. Y soy mi trémula
mano alzándose titubeante suplicante que te quedes. Soy mis ojos que te ven marchar sin poder decir nada, derrotados. Soy tu sombra, diluyéndose con el
horizonte para no volver. Soy mis
palabras, las que te quería decir, las que debería haber dicho, en un viaje de
ida por mis mejillas con destino al olvido.
SOY...
Soy desesperación, Soy incapaz de explicar lo que siento. Soy el deseo que se quedo en eso, en un
deseo Soy incapaz de expresarme si no escribo.
Soy
el ansia de querer, la necesidad enfermiza de realizar el mismo acto una y otra
vez hasta que salga como queremos. Soy
la tenacidad que me impulsa a conseguir el objetivo. ¿Tenacidad o cabezonería?
Siempre me he sentido así cuando hablo, ahogado por
unas cadenas invisibles que oprimen mi garganta y firmes, sujetan mi pecho.
Creo que ellas impiden que me pueda comunicar como yo quiero, o como yo pienso.
Prefiero creer en mi nula capacidad de expresión a saber que nadie es capaz de
entenderme. Todos necesitamos a alguien capaz de entendernos.
Por eso creo que el papel me comprende, que yo me
comprendo. Y sin pensar, sin el balbuceo que se aglomera en mi boca impidiendo
el fluir de las palabras, los trazos oscurecen el folio a una velocidad indescriptible,
una mano firme que no duda en lo que debe hacer ni decir. De esta manera Soy libertad.
¿La libertad puede ser eterna? ¿Puedes aferrarte a
ella cuando tú la desees, cuando te plazca o la necesites? Yo creía que sí,
Pero como en otras tantas ocasiones en mi vida, Soy el error que confirma que en ocasiones mi seguridad es un
espejismo frágil como la amistad.
Durante un tiempo, no recuerdo cuanto, ni quiero,
navego por esta desierta travesía en busca de palabras,, surcando los mares con
este barco de papel mientras me aferro al mástil en forma de bolígrafo mientras
la pluma vuela buscando tierra firme donde poder escribir.. Un mar de letras y
yo... viajando sin rumbo.
Desesperado lanzo folios en botellas buscando una
respuesta, veo como se hunden y resurgen para mantenerse a flote en este negro
mar de tinta. Soy el tiempo que pasa hasta que vuelven. Soy la arena del reloj que desciende paulatinamente con una sonrisa
maliciosa en los labios, sabiendo que la espera duele y que el dolor es
placentero.
Soy
el vaivén de las olas el relajante siseo que cual
mensajero transporta las botellas con el folio dentro y la respuesta… en
blanco.
Soy
mis manos furiosas rasgando en diminutos trozos el papel. Soy el soplido de mi boca sin palabras y sin explicación. Soy mi
cabeza a punto de estallar de desesperación.
Soy
el bolígrafo a punto de impactar contra la mesa. Soy la habitación viendo como doy vueltas frenéticamente por todos
lados. Soy los insultos que escupo. Soy el recuerdo de aquella punzante y
dolorosa tarde de verano donde me diste la espalda por no saber que decir. Soy la libertad perdida al no saber que
escribir.
Quizás con el
tiempo me sepa expresar, o quizás el folio no tarde en llenarse.
Pero hoy más que
nunca.
SOY FRUSTRACIÓN.