En ocasiones me asusta el papel.
Sí, aquel lugar donde tantas veces he exprimido el alma hasta sentir que ya no quedaba nada más que contar.
Tiembla mi mano al acariciar el bolígrafo; porque sé que cuando esta caricia en busca del exilio se transforme en un firme apretón, no habrá vuelta atrás. Los pensamientos chillan en mi cabeza desgarrando mis sentidos, incómodos de estar encerrados entre rejas invisibles.
Quieren ser libres.
Y sé que cuando mi pluma bese este folio dejando un rastro de saliva negra, no habrá vuelta atrás. Y se inicia el primer trazo… y ya no hay vuelta atrás. Tengo a la luna, al mar, a mi lámpara y a los coches que rugen como testigos de que ya es demasiado tarde. Ya no puedo parar. Ya solo puedo escuchar el sensual susurro del lapicero que me traspasa la piel y me desnuda entre los blancos pliegues de sus páginas. Sólo puedo escuchar el zumbido de las palabras que vuelan mientras las intento cazar. Poco a poco todo empieza a importar menos y solo estamos tú, mi tormento y yo. Conectados por la tenue luz que me permite ver si mi mano no miente cuando dicta. Una sensación de quemazón en la cabeza, las mariposas revolotean con furia oprimiendo el pecho. Es un proceso lento y difícil hasta que todo se calma, hasta que todo acaba.
Así arranco un pedazo de lo que soy y lo grabo a tinta y sangre. La miro, pero nunca es distinta. Una letra nostálgica, triste, maldita.
¿Por qué escribes cosas tan tristes? me preguntaron.
¿La respuesta? Puede que sean más fáciles de explicar.
O bien soy propenso a la tristeza.
O quizás lo bueno ya lo conté y no es necesario escribirlo.
O no le pedí al corazón que lo intentase.
Todos buscamos una manera de hacer la tristeza más llevadera, ¿no? Algunos ahogan las penas entre bebidas para intentar creer que no existen y olvidar. Otros se hacen los fuertes, y en su habitación se derrumban; unos pocos son fuertes y pueden con todo;yo no soy de esos, otros buscan a una persona especial que les entienda para fundirse en un cálido abrazo donde lloran y descargan en ella el peso de la vida. Entiéndelo, yo solo escribo mi dolor.
La verdad, estoy un poco cansado de jugar con el abismo. Cansado de coquetear con este incesante dramatismo. Hoy quiero… No. Hoy voy a hacer algo distinto. Me acerco al precipicio. No distingo el suelo. Cierro los ojos. No lo pienso. Salto. No tengo alas, pero no las necesito para volar. Hoy, 25 sonrisas son la brisa que me empuja a donde quiero llegar. Y la mano ya no tiembla, hoy nada me puede dañar. Sabéis, quiero ser como ellos: puros, sinceros, transparentes, escucho sus voces, recuerdo sus abrazos y sus lágrimas y… Me siento lleno. Protegido. La vida empieza a cobrar sentido y de ella nada malo puedo decir. En realidad si que lo puedo decir, lo malo no desaparece, continua presente, no se desvanece, pero no importa, junto a ellos todo duele un poco menos.
Se que hay más gente que me quiere y me protege. Y se lo agradezco, pero lo siento, esta va por ellos. Escribía de noche y se ha hecho de día, decía que mi bolígrafo no entendía de alegrías. Quizás esto empiece a cambiar. Cierro el cuaderno y me levanto. Enciendo la luz. Hoy no quiero ver ni un resquicio de oscuridad, solo quiero darles mi gratitud. Hoy quiero escribir menos y vivir más, me escapo entre la multitud con un deseo, volverlos a ver ¿y sabéis? eso es lo que voy a hacer.
Hoy su sonrisa, es mi sonrisa.
es muy bueno sonreir y mejor apartar la tristeza la vida es bella si eres un poco mas positivo te queremos.
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