lunes, 29 de enero de 2018

Viejoven

Bebo a orillas de Cronos y su linaje,
De caronte solo se percibe el oleaje,
En el reflejo, un niño indomito y salvaje,
Por dentro, oculto las arrugas con el maquillaje,

Estoy malacostumbrado al cambio de paisaje,
Paso del azul a la ceniza en un pasaje,
A veces a punto de rozar el horizonte,
Otras la brújula se olvida de marcar el norte.

En este desorden de aguijones y ternuras,
De soles opacos y de lunas en ayunas,
Ansío la vacuna que me de un respiro,
De esta lucha que perdura más allá del frío. 

Un paraguas de palabras pa esta lágrima infinita,
Calado hasta el alma de esta sed que grita,
Un mantra, un mapa que me de la solución,
Quizás, compañía para no entrar solo al panteón.


Dime... ¿demasiado joven para el canto de la alondra?,
O demasiado viejo para cambiar las tornas,
Sé que quedan años para cambiar el rumbo,
Per van pasando y sigo dando tumbos.

Estoy cansado de creerme mis mentiras
Ir a la deriva en una vida dividida,
Entre el niño que solo se preocupa de jugar,
Y el viejo que solo quiere encontrar su lugar.

viernes, 19 de enero de 2018

El umbral de mi mirada

Mi sonrisa ondea a media asta,
Se más de la escarcha que de la primavera,
En tierra de nadie, la arena no descansa,
Solo cae, hasta que el viento se la lleva.

Esa es la quimera, cicatrizar ojeras,
Detener la hemorragia de una vela
Que derrama vida a borbotones,
Pero siempre, con la llama en los talones.

En la mirada anidan 25 lunas,
Algún eclipse, una constelació  de dudas,
La única certeza las arrugas de mis padres,
El tiempo los cincela con su trazo inexorable.

Dime ¿ cuándo fue que el árbol se empezó a secar?
Solo queda sentarse en la sombra y esperar,
El silencio es la respuesta de las hojas al caer,
Porque esta es una guerra que perdimos al nacer.

Como dijo Pizarnik de nombre Alejandra,
Yo y el que fuí en el umbral de mi mirada,
Pero no es una hora inocente,
Más bien es una disculpa permanente.

Buscando en el suelo las palabras exactas,
Le cuento que el columpio ya no canta,
Que no se como están sus amigos,
Cada uno ha cogido su propio camino.

Del trino de la lila solo queda el eco,
En cambio germinan amapolas rojas y sonetos,
En el hueco de cuerpos exentos de luz,
Crisálidas de niebla, muertas de juventud.

Ya no eres el chico tímido de clase,
Ahora coges el micro y recitas estas frases,
Ahora tienes don de gente, conoces el modo,
Pero cuántos más  conoces, más te sientes solo.

¿no lo entiendes? Yo te lo explico,
Recuerdo pensar que todo era un mito,
Que no había nada más allá del colegio,
Pensar "qué más da todo queda tan lejos"

Ahora mirame, he llegado,
Más lejos de lo que jamás habría pensado,
Aquí nada es blanco o negro,
Es un salvese quién pueda, cada uno con su infierno.

Aquí la verdad viste de seda,
Se escapa con cualquiera por 30 monedas,
La felicidad, no es caricia, ni juguete nuevo,
La confundimos, con el segundo de respiro que da el miedo.

Hablando de ello, cada vez más lejos,
De ti, niño viejo y sus complejos,
Ya no le tenemos miedo a los espejos,
Pero a veces ya no se quién hay tras el reflejo.

El silencio teje dudas perennes,
Aquí todas las sombras tienen  nombre,
Sé,  que no conoces esta sensación,
La de andar a tientas sin saber la dirección.

Te envidio a ti, no te preocupa el reloj,
A mí, con el sonido de de la aguja me tiembla la voz,
En tierra de nadie, esa es mi constante,
Buscando mi propio cementerio de elefantes.

Como dijo Pizarnik, de nombre Alejandra,
Yo y el que fui en el umbral de mi mirada,
Una lluvia de cenizas me acompaña,
El que fui, escucha, me abraza y calla.