Mi lengua escribe los días a través del silencio. En estos momentos la paz es un laberinto de agujas que dibujan ojos de metal y, con cada arañazo de sus párpados, libero virutas de caos carmesí. Virutas coaguladas en labios que no comulgan mi nombre, en un cruce de opiniones paralelas que pasan de largo, en una danza de dudas proyectadas por las sombras afincadas en mi sed. Todavía está por ver si logro encontrar la salida o me desangro.
Mira Sergi, está lloviendo por fin.
Tenía razón, de modo que emprendí el camino a casa mientras mi piel intentaba descifrar el lenguaje de las gotas.
¿Qué procuraban decirme? ¿Estarían limpiando el lastre enquistado, perdonándome? o por el contrario cada gota era una marca, una mancha que solo yo puedo ver, haciendo más densa la carga.
Una vez en casa, desperdigado en los calcetines, en billetes de lotería y folletos teatrales me encuentro un pasado amarillo maquillado de rosa mientras, a su vez, soplo sobre momentos tejidos en viento. Adiós a las promesas sin voz, al contorno de lo inaudible. ¿Por qué intentamos delimitar el horizonte? ¿Por qué la vida siempre aprieta desde dos direcciones?
En estos momentos la paz es un laberinto de agujas que dibujan ojos de metal por los que el aire trenza el miedo a lo intangible, al futuro, a los nuevos pero ajados comienzos. Todavía está por ver si logro encontrar la salida o me desangro.
Ella escribió que me excuso y me escudo en mi forma de ser. Y créeme, todos lo hacemos, de alguna manera o de otra. En algún punto nos aferramos a aquello que necesitamos oír o creer, para obviar, sobrellevar o justificar el dolor, la culpa o la conciencia. A veces necesitamos creernos nuestras propias mentiras, convertirlas en verdad. Aunque a estas alturas ya ni me cuestiono la naturaleza de mis palabras.
Si lo digo, así lo creo, si dudo, así lo expreso, quizá no le guste mi discurso o nuestros engaños no sean compatibles, porque lo quiera ver o no, ella también se excusa y se escuda a sí misma, como todos. Ya no trato de convencer, me basta con ser capaz de hacerme entender.
Escribió que estaba lista para volar y desplegar sus alas, en cambio me acusó de estar listo para vivir detrás de la barrera. Sin embargo, yo sigo viendo cielo a ambos lados de la frontera.
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