En noches de tormenta, el cielo parpadea
mientras la marea corea níveas ausencias,
veo la córnea deshilachada de la ciudad,
en luciérnagas de neón, prisa y oquedad.
Mientras me rompo en fresas salvajes,
sonatas de otoño, con la voz de nadie
y todo sucedió en nombre del amor,
cuando la rosa arde solo queda su olor.
El horizonte es albacea del silencio,
Lenguaje de ojos con los que regento,
El denso mordisco a la manzana del tiempo,
Le ofrezco, herida orbital y aves de hielo.
Siempre corriendo detrás de las cosas,
somos viento desterrado en las caracolas,
la noche enciende claraboyas que confundo,
con luz incapaz de coagular en juncos.
Entonces deambulo por un sendero neblinoso,
donde la lluvia me besa los ojos,
deseo vivir en la pisada de Dersu Uzala,
y no en el telar de tormentas sin alas.
Flores de barro germinan en mis huellas,
riel de arcilla, suciedad innerente en la estela,
en noches de tormenta, el cielo parpadea,
todo se diluye en mareas coreando ausencias.
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