Mis sueños son tejidos finos,
cosidos entre el hambre y el ruido,
mimbre curtido entre azares y sinos,
donde hay un quizás yo veo objetivos.
Lo persigo tenaz, cual Lester Freamon,
con torpeza de Prez en el punto decisivo,
juego a ser Doctor Strange,
pero tiro los dados y vuelta al game over.
Pienso demasiado para estar de paso,
desando pasos, busco el momento exacto,
donde cabizbajo cruzo el umbral,
donde el amor propio se torna cristal.
Entonces disecciono culpas rutinarias,
acompañan en silencio, lejos de miradas,
dice que callo más de lo que acepto,
que confundo orgullo con el miedo que siento.
A no ser lo que pienso,
estar podrido por dentro,
a dejarme llevar por el momento,
ya no se ni lo que es cierto.
Quizá la verdad se halle en el centro,
y más que culpables seamos objetos,
de un legado que fomenta la competición.
más preocupados de apariencias que de emoción.
Un legado que ha negado cualquier muestra efusión,
entre nosotros, y la voz interior,
legado que nos ha negado el perdón.
porque perdonar implica que hay un error.
Yo, soy hijo de este tiempo,
y me odio tanto como me quiero,
en este duelo entre lo que espero y esperas de mí,
la decepción es doble, no solo te defraudo a ti.
Quizá exagero y paso al extremo,
de cero a cien en un parpadeo,
de tanto pensar confundo el matiz,
pues al final se resume en buscar ser feliz.
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