Me abruma esta frágil normalidad,
que astilla los días en azufre y cristal,
un goteo de agujas que corta al pasar,
heridas cosidas con saliva y sal.
Vuelvo a contarme el mismo cuento,
ese de que el tiempo es solo un concepto,
me autoconvenzo de que no pasa nada,
dentro estallan cruzadas.
La duda abandera una causa justa,
argumentos con regusto a cicuta,
que oscila entre culpa e inviernos,
acusa una profusa falta de talento.
No eres lo suficientemente triste,
como para escribir un verso eterno,
tampoco lo suficientemente impasible,
como para vivir sin miedos.
Desde que tengo uso de razón,
invoco crisis que no admiten redención,
hueca catarsis que omite lo esencial,
pausar el ruido no impide el vendaval.
Desde que tengo uso de razón,
invoco crisis que no admiten redención,
hueca catarsis que omite lo esencial,
pausar el ruido no impide el vendaval.
Tengo dos monedas por ojos,
respiro cuervos en ayunas,
hambrientos de polvo y despojos,
de una luna sin luz ni fortuna.
Quizá todo se resuma a eso,
en que solo acierto a hacer las preguntas,
y más allá de planes y deseos,
las expectativas no se cumplieron nunca.
Por eso la duda me come terreno,
dudo de mi y no es nada nuevo,
que el mapa a seguir dibuje un camino,
con adoquín de puntos suspensivos.
Tengo a mis amigos al borde del colapso,
pues el lapso entre drama y drama es escaso,
porque hago lo que debo, no lo que quiero,
aunque no se cual es cual en este juego.
Me siento una casa vacía,
mudanza a ninguna parte,
el viento en los surcos entona melodías,
sinfonías de anhelos y desgaste.
¿y ahora qué?, ahorra, hipoteca, familia,
ser uno más, seguir la línea,
dónde ha quedado eso de sentirse especial,
el dejar de achacarlo todo a la edad.
Quizá todo se resuma a eso,
en que solo acierto a hacer las preguntas,
y más allá de planes y deseos,
las expectativas no se cumplieron nunca.
¿Cuándo se acaba?,
nunca se acaba,
dime cuándo se acaba,
quiero dejar este drama.
insha'allah.
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