Las lluvias de Noviembre inundan una regadera,
Que llora su suerte a un yermo corazón de tierra,
pa’ Broten entre asfalto y flores descosidas,
algo similar a un Girasol suicida.
Porque la tristeza siempre vino cruda
y perdura más allá de luces y censuras
pequeña flor de loto en el estanque de mis dudas
y yo roto, pagando todas sus facturas.
Bastaría con hacerlo puro,
Pero el ego confunde la justicia con su nombre
Entonces mancillo una inocencia sin futuro,
Donde no importa qué ni cómo sólo el orden.
Un Arrebato plañidero que despide a la razón
rompe amnistías, promesas de redención,
La autoexigencia rompe filas y me atrapa,
En una conjura que desprecia cuanto ama.
Y yo, y yo y yo y yo
que rompo cuanto toco,
Soy cenizas de nieve,
Y yo, y yo y yo y yo
Soy cenizas de nieve
Atrapado en las conjuras de Noviembre
Escuche por algún lado que la vida es desdecirse.
Y yo que amo lo que hago y odio cuánto hice,
Sigo directrices, pero a la hora de culpar
No hay matices, el silencio sabe a quién juzgar.
No depende del enfoque, depende del que mira,
En mis ojos sale quemada la alegría,
Se atisba un gris contorno de melancolía,
Y un amago de sonrisa que suplica a la armonía.
Así todos los días, despojos de juventud,
Con un hambre insaciable hostigando a la virtud,
Pagando el precio de ser nadie, figura de viento
cimas que no existen más allá de mis complejos
No traigo barras frescas, solo desvaríos
Respuestas que no aplico y promueven el vacío
Mientras la autoexigencia rompe filas y me atrapa,
En una conjura que desprecia cuanto ama.
Y yo, y yo y yo y yo
que rompo cuanto toco,
Soy cenizas de nieve,
Y yo, y yo y yo y yo
Soy cenizas de nieve
Atrapado en las conjuras de Noviembre
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