martes, 31 de diciembre de 2019

Fin de año

Por primera vez, no escribo para mi,
quizás en un febril desliz,
el eco de mi voz resquebraje tu marfil,
sea un oasis en tu guerra sin fin.

Y no, no siento ser quien soy,
y rubrico lo dicho hasta hoy,
tengo pocas virtudes y mil defectos,
y lo acepto, no puedo ser perfecto.

Si siento no haber sido suficiente,
quise ser nido, menudo inconsciente,
quise protegerte, de mi, del ambiente,
pero tu peor enemigo eres tú, desde siempre.

No supe parar el temblor de tus ojos,
tampoco quitar el peso en tus hombros,
recibir el puñal, decirte "tranquila",
me quedo, encontremos una salida.

En lugar de eso, gastamos saliva, 
dispuestos a hacer más grande la herida,
con la determinación de un suicida,
siempre es más fácil la huida.

Nos perdimos en trifulcas y disputas,
con el "yo más que tú" en la boca,
eso si, el orgullo siempre intacto,
dime ¿mereció la pena pagar tanto?

Quizá no supimos como querer,
quizá dejamos de intentarlo al ver,
que debíamos elegir,
mirarnos por dentro o el camino fácil


Ahora que se acaba el año,
no se por donde empezar con el daño,
como explicarte que sigo cerrando el armario,
y que te llevaste la pasta de dientes del baño.

Que ahora soy yo, el que antes de dormir,
estira la sabana y el cojín,
que al salir de casa, busco tu coche,
y aunque no estés, te doy las buenas noches.

Como explicarte que doy la vuelta atrás,
para hablarle a una cama desierta,
al darme cuenta niego con la cabeza
luego, el silencio sentencia.

Y como en toda historia, todos tienen opinión,
se que escucharás de todo, como yo,
y me da igual, si creen que es un error,
si lo es es mío, y quiero cometerlo.

Solo quise quiero que me hables sin recelos,
solo quise quiero ser más importante que tu miedo,
solo quise quiero ser, 
un lugar al que volver.

Mientras escribo pienso,
que pensarás de todo esto,
quizás que exagero demasiado,
o que la mitad es inventado.

También siento miedo, la verdad,
de creer en algo que no es real,
si es lo que creo se puede arreglar,
y si no, es hablar por hablar.

Entonces, me guardo esta última bala,
quizá con el tiempo, tú la disparas,
pero si no juegas no toca la lotería,
quizá la suerte, este de parte mía (nuestra).

martes, 24 de diciembre de 2019

Qué esperas de mi

Abuela, te hablo a ti que no contestas,
porque los vivos solo entienden de apuestas,
vacuas gestas, cicutas y pulpa,
enjambre de orgullo, trifulcas y culpa.

Es la misma guerra pero con distinto nombre,
las derrotas no agotan al inconforme,
que, con más corazón que cabeza,
lucha siempre con la misma estrategia.

La tierra a mis pies rezuma decadencia,
el aire murmura nostalgias y certezas,
derrumba un puzzle de piel y corteza,
al que cada vez, le faltan más piezas.

Abuela, ¿va a ser siempre así?
cada vez más cerca de Thomas Shelby,
solo que a mi, no me susurras del otro lado,
y de este solo queda ceniza y barro.

Se enquista la lluvia en mis manos,
y un rocío tardío inunda el verano,
la verdad es una esquirla de hielo,
tan fría y transparente que cuesta creerlo.

En serio, no me sueltes el discurso,
de, todo cambia y sigue su curso,
esa moraleja me amarga el final,
donde todo cambia para poder seguir igual.

Abuela, hice mío el dolor ajeno,
¿el propio?, no sé, ya no nos vemos,
los días pasan por mi lado en silencio,
y la corriente me empuja mar adentro.

Me empuja y empuja y ya no peleo,
no queda atisbo de sol y deseo,
no queda emoción ni objetivos,
solo que Morfeo llene de arena el olvido.

Abuela, ¿en que lugar me deja?
con 27 cansado de estas rejas,
con 27 volver a empezar,
volver, sin volver a cambiar de lugar.

Estoy cansado de miedos e intereses,
del ego, de parches, de logros, de jueces,
de justificaciones para poder dormir,
abuela, no sé que esperan de mi.

No sé qué esperan de mi,
no sé qué esperas de mi,
no se cómo espero de mi, 
no sé cómo salir de aquí. 

Abuela, te hablo a ti que no contestas,
porque los vivos solo entienden de apuestas,
vacuas gestas, cicutas y pulpa,
enjambre de orgullo, trifulcas y culpa.

lunes, 9 de diciembre de 2019

Abuela

Esta es una letra sin remite ni destino,
se te olvidó decirme a donde te has ido,
no escribo para ti, es puro egoísmo,
escribo para plantarle flores al olvido.

Abuela,

Tu hijo es un bebé enorme que llama a su madre,
tu hija se hace la fuerte, pero esto le va grande,
buscan normalizar la pena,
abuela, yo solo quiero que duela.

Hice de tu miedo el mío,
de tus ojos vidriosos nació un collar,
bañado el sal con quilates de frío,
que ahora me acompaña a cualquier lugar.

El aliento es una sala de espera,
donde pasea la vida y su duermevela,
aquí velan la arena y el tiempo,
hasta que el aliento se confunda con el viento.

Abuela, veo que la muerte dignifica,
pero dejaste heridas que no cicatrizan,
tu hija siempre buscó tu aprobación,
 y te fuiste sin darle esa opción.

Eras la de Sergio, hijo, que gordito estás,
acaba el plato, repite, come más,
un vals con la escoba al son de Bisbal,
recuerda que por ti, deje de fumar.

Sergio vistes como un pordiosero,
Nuria... de guapa tienes el pelo,
en serio sois un par de pendencieros,
y luego, "mira que nietos tan bonitos tengo".

Te gustaba ponerte medallas,
dichoso de aquel que te llevara la contraria,
la cocina tu altar, tu la mesías,
"que me entere yo de que hay tripas vacías".

Tus riñas con Nuria eran todo un clásico,
Cristina para arriba... Cristina para abajo,
Carlos, mi Carlos, que un ángel te guarde,
y tu Sergio, como te pareces a tu padre.

"Y yo quiero a mis hijos y a todos por igual"
mis hijos son estos dedos, lo puedo explicar,
si cortas este duele, si cortas el otro también dolerá,
pero se te vio el plumero hasta el final.

Nunca moviste un dedo para vernos,
"niños a ver si vais a ver a la abuela",
pero siempre preferiste Puente Viejo,
"lo siento chicos, empieza mi novela".

"Hombre, dichosos los ojos que te ven,
me moriré sin verte otra vez",
yo te decía no seas exagerá,
abuela, ahora eso es verdad.

Siento no haber sido más coqueto,
que fuera difícil presumir de nieto,
abuela espero que me perdones,
sigo sin subirme los pantalones.

Siento no haberte escrito el poema,
se que me quisiste a tu manera,
siento que el tiempo haga que olvide tu voz,
y aprenda a vivir sin rastro de dolor.

Abuela, no te fuiste sola en el camino,
Sergio también murió contigo,
solo sonaba bien en tus labios,
y de un beso la luna los dejo sellados.

"Sergio, cuando seas mayor lo entenderás"
lo siento abuela, creo que no lo haré jamás,
y a la espera de saber si existe un cielo,
te quiero, nos vemos en mis recuerdos.