miércoles, 3 de agosto de 2022

Torpe

A veces me pregunto si basta con ser torpe,

hasta el grado en que nada importe,

Soles de otro tiempo salpican,

El invierno que el recuerdo domestica. 



Escupo ceniza, 


que justifica esta herida  

con cantos de trigo y arcilla,

delgada línea entre el odio y la envidia

que acuchilla mis ganas de ser brisa.



Porque,


el pasado es un espejo enfermo de sombras,

ecos de un cariño exento de esperanza,

lluvia de otro tiempo, lanzas de escarcha

que colman una eterna lágrima sin forma.



Proscrito en el margen de la aurora

escrito en mi lengua, el ahora,

 todo es subjetivo, ceñido al momento,

por eso, a veces ni me entiendo.


Como para ponernos


 todos de acuerdo,

engañarse  se acepta como bueno,

no hacen las paces con su yo interno,

pero son capaces de ver el error ajeno.



Bueno,


Por qué confrontas a todo el mundo,

no sé, pero el sentimiento es mutuo,

su discurso es una fragancia de pétalos podridos

que de tan fingido  no la olvido.





Que qué persigo, pues ser yo mismo,

sé que el camino que sigo es un laberinto,

a veces me encuentro y otras me pierdo

por eso a veces cuervo y otras cuerdo.


Ni me acuerdo 


de cuando empecé

ahora llevo el conflicto como una segunda piel,

o airosa soledad en un mundo sin nobleza,

o me acuso de delirios de grandeza.


Quizá no hay meta, solo trayecto,

convivir y no callar las voces  de dentro,

conmigo al hueso, con ellos ramas de olivo,

hablando el lenguaje de los puntos suspensivos.



Y yo a lo mío, que ya es suficiente,

¿Quién cuida de nosotros si todos se mienten?

ya nadie cuida nada, foto y coartada,

esclavos de una ansiedad social que solo se agrava.


Para ser sincero, bebo del miedo,

de no haber mantenido nada verdadero,

llevo ese conflicto como una segunda piel,

a veces derrotista, otras todo está bien.



Que qué persigo, pues ser yo mismo,

sé que el camino que sigo es un laberinto,

a veces me encuentro y otras me pierdo

por eso a veces cuervo y otras cuerdo.


 

domingo, 5 de junio de 2022

Marratxí

 Esta noche he vuelto a nuestro antiguo piso. Por primera vez desde el sonido de la puerta cerrándose en el eco del vacío, desde la última mirada de soslayo al final de una etapa, mi mano vuelve a posarse mecánicamente en el intermitente, entremezclando su ruido al de aquel camión de la mudanza. El volante no ofrece resistencia, el motor celebra las caricias de unos neumáticos que quizás extrañaban ese asfalto. Al coger el desvío, el pasado en forma de luces y polvo yuxtapone mi imagen de hace tres años al ahora. Soy yo dos veces, tocando el mismo aire sin serlo, conduciendo el mismo Skoda sin serlo, atravesando la lengua de la misma noche sin serla. Los dos, como siempre, pensamos en no equivocarnos de salida, a los dos nos molestan las largas de los coches  en el mismo tramo. Los dos miramos de no olvidar los exagerados badenes, en el primero hay que frenar, en el segundo no hace falta nos decimos.

Han arreglado las canastas del parque.

Enfilamos el camino de subida a su casa, a mi antigua casa. No lo recordaba tan estrecho, él sí.

Nada ha cambiado, sin embargo todo es diferente. Esther ya no vive en la casa de al lado, ella siempre tenía las persianas cerradas, ahora están abiertas. Ya no hay pruebas de todo lo acontecido allí dentro, la convivencia con sus hijos, los ensayos, las comidas en la terraza con los vecinos, el drama y las risas, las veces que dormí allí con Clara, las conversaciones a la hora del desayuno, ahora todo es nostalgia embotellada en el recuerdo. Aparcamos el coche en frente de nuestra antigua casa, de su casa. Yo me quedo mirando desde fuera como él entra y, a través de sus ojos puedo ver, nada más entrar, a Bastida cocinando para todos, nos veo a Diego y a mí cocinando sin glamour, manchando toda la cocina y gritando improperios mientras nos reímos, despreocupados del resultado. A través de sus ojos veo a Vanesa en uno de los sofás mirando la televisión, agonizando por un resfriado cogido en Mallorca, siendo ella de Vigo. A través de sus ojos veo a Diego, a Bastida y a un servidor, con la luz apagada llorando a moco tendido viendo Your Name. Veo las fiestas de navidad, a Bastida preparando unos haribo bañados en alcohol que saben a desinfectante, a María y su “Clabobo crec que vaig gata” a Estefania y su “dejadme que yo conduzco”, nos veo trajeados y bien guapos a todos. A través de sus ojos lo veo recorrer el salón hacía las habitaciones y el baño de abajo. A la izquierda veo a Diego hecho un ovillo mientras Vanesa le recrimina que es joven y debería salir, a la derecha, en el baño, veo a Vanesa enfundada en una capa similar a la de Batman a punto de teñirse el pelo. A través de sus ojos, entro en la habitación de Bastida y charlo con él cinco minutos y admiro su alfombra nueva. A través de sus ojos veo como sube las escaleras de caracol. En el piso de arriba mira a la derecha y me veo a mi mismo intentando hacer un agujero en una pared donde no se puede. En la habitación principal veo a Diego cabreado, gritando “ quién no cierra una puta ventana cuando llueve”. Me veo montando una cama con Clara, durmiendo en una habitación vacía, colocando los muebles para hacer hogar. A través de sus ojos veo como sale a la terraza. Entonces veo a gente reunida alrededor de una mesa, a Bastida poniendo carne en la barbacoa mientras los demás beben cervezas y comen patatillas. En esta noche que es la misma sin serlo, mi otro yo, desde la terraza se despide de mí, él ya ha llegado a su casa , a su hogar y yo no. Un parpadeo recoge al pasado en forma de luces y polvo guardándolo dentro de la retina. Vuelvo al coche y de camino a casa, nos veo a Diego y a mí corriendo por las calles de Marratxí, pero solo somos eso, luces y polvo. Pienso que debería decirles a los chicos de volver juntos para recordar viejos tiempos, porque pase el tiempo que pase, ese siempre será nuestro hogar. Al llegar a casa y cerrar la puerta, me invade la misma sensación que al estar en frente a nuestro antiguo piso, este también es mi hogar y me alegro de esta nostalgia que no escinde, de esta nostalgia que abraza.


lunes, 21 de marzo de 2022

Lilas de nieve


Relamo una herida que huele,
a lilas rompiéndose sobre la nieve,
Herida que besas buscando porqués,
pero el gris de mi sangre no entiende de nombres.

Aun así, la besas sitiando los bordes,
Con esa Lengua cobriza que invoca flores,
Que busca nubes como respuesta al acero,
Y no entiende lo intermitente de este impulso huero.

Será la nostalgia de un pasado plomizo,
Dices, los cambios sin remitente ni aviso,
La subjetiva injusticia que tensa la cuerda,
En un mundo donde nadie vive lo que cuenta.

Pero si mi amor se ha vuelto cueva,
Y las sombras son telas que envuelven mis ojos,
No es por la perenne decepción pasajera,
Es por no veros a vosotros en el fondo de mi rostro.

Si quieres ayudar solo dime lo que piensas,
Quédate a mi lado, no busques respuestas,
Esta lucha con mi ego no hace falta que la entiendas,
Solo ésta ahí, cuando cale la tormenta.









martes, 18 de enero de 2022

Ciervo

Mi amor es un ciervo de hielo,
En un bosque donde la hierba es aguja,
Tú un lago naranja semejante al incendio,
Que encumbra la sed de miel que nadie conmuta.

Mi amor es un ciervo de hielo,
Y yo un cazador que mata por miedo,
Al declive que mancha la piel del animal,
Y Volver a enterrarlo en ojos de sal.

¿Vas a suicidarte por miedo a morir?
Me dijo el ciervo lamiendo la boca del fusil
Lamiendo el temblor de la mano que llora,
Por el tacto del pelaje que lo aleje de su sombra.

Tú, un lago naranja semejante al incendio,
El ciervo y yo nos mojamos los pies,
El temor a bebernos otoños empaña la sed,
Entre el quiero y puedo, ¿Eres miel o fuego?


 A Ciegas, nos hundimos en el lago,
Y aunque el recelo nos coja de la mano,
Mientras descubrimos si flotamos o ardemos,
Las burbujas susurran, te quiero. 

jueves, 13 de enero de 2022

volverlo sencillo

Mis dientes son hormigas de nieve,
Buscando semillas de nube en estrías de barro,
Acude a mis labios la sed de aquello que llueve,
Relieve escarpado de trigo ahogado en los charcos.

En un lecho de girasoles marchitos,
Me habló de la levedad de lo infinito,
Entendí que la dualidad hace el orden,
Por eso le busco nombres a mis contradicciones.

A esta soledad con alas de agua,
Incapaz de volar más allá de la trampa,
A esta felicidad con alas de cuervo,
Incapaz de volar más allá del recuerdo.

A este autosabotaje interno,
De querer aquello que no tengo,
Al desprecio extremo si lo obtengo,
Pues el valor es relativo si soy yo quien lo poseo.

Esta sensación devorándome gramo a gramo,
La de que voy a cagarla tarde o temprano,
A este miedo a ilusionarme,
Que lo rompo todo antes de que me alcance.

Me repito que lo estoy haciendo bien,
Que el miedo no defina el sabor del laurel,
Repetirlo, hasta volverlo estribillo,
Repetirlo, hasta volverlo sencillo.