Como un día dijo un buen amigo,
Escribo, para permanecer en silencio,
Volver a uno mismo alejado del ruido,
Volver, sin moverme del sitio.
Escribo, como causa y remedio,
Fulmino a golpe de verso el asedio,
Que sabran ellos de este dualismo,
Solo son capaces de escucharse a si mismos.
Escribo, para hacer valer un gesto,
Ya nadie valora eso de estar expuesto,
Escucha confundes mi misantropia,
Con lo que tú llamas falta de empatia.
Esta última no es llorar si alguien llora,
Ni dar abrazos cuando alguien te lo implora,
Es juzgar sin peros a pesar de las creencias,
Porque cada uno es fruto de sus vivencias.
Hasta que no lo entiendas,
Estaré al otro lado,
Siendo el blanco de todas las contiendas,
Tragando frustraciones con la boca abierta
Hasta que no lo entiendas,
Estaré al otro lado,
Siendo el malo de todas las reyertas,
Pero de eso ya estoy acostumbrado.
Porque cada vez que hablo sube el pan,
Son palabras carentes de disfraz,
Ellos quieren pisadas de agua que no dejan rastro,
Luego convierten el agua en asfalto.
Que sí, que hablo por los codos,
Y mi rol es el de uno contra todos,
Esta ácida ironía que me caracteriza,
Una risa que prefiere aligerar a las cenizas.
Tengo este orgullo que me cierra puertas,
Por miedo a que se vean mis vergüenzas,
Y si mi discurso aveces es contradictorio,
Es porque todavía lucho contra mis demonios.
Hablar de la muerte me genera ansiedad,
No lloro tanto pero lo hago de verdad,
Se cuales son mis taras no me las repitas,
Mejor trabaja las tuyas y deja de poner tiritas.
Que si puto hater, sincero en exceso,
Insensible, sin tacto en el consenso,
Pero hay algo que también puedes decir de mi,
Cuando me han necesitado siempre he estado ahí.
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