Papá, creo que empiezo a entender
La carga del mañana, el peso del ayer,
puedo ver, la pompa de silencio azabache cruel,
dentro, los niños que solíamos ser.
Dentro, una hoguera de sorpresas y ruido,
el preciso instante en que la mano mece el trigo,
sencillo, vísceras, impulso y corazón,
el brillo de la llama que precede a la razón.
Detrás de la hoguera un pasillo de algodón,
la explosión de voces que dirigen donde voy,
los ojos de mi padre, el calor de mi madre,
nadie puede dañarme, soy parte del aire.
Papá, creo que empiezo a entender,
la carga del mañana, el peso del ayer,
el pasillo se ha hecho laberinto sin balizas,
De la hoguera solo quedan las cenizas.
Paredes talladas por el eco de manos,
uñas de arena, recuerdos encallados,
arcaico aliento de voces extintas,
vida y pisadas guardadas en tinta.
Yo, corro sin rumbo, asustado y perdido.
la angustia de no saber cuál es el camino,
entiendo que no hay un camino correcto,
solo andar hasta que se acabe el tiempo.
Solo quiero volver al vientre de luz,
lejos de la cruz que llamamos crecer,
empiezo a entender esta esclavitud,
el dejavu de emociones debajo de la piel.
Papá, algo aquí dentro se ha roto,
el puente a la infancia, polvo y escombro,
el miedo es tan puro, tangible y real,
que si estiro los dedos casi lo puedo tocar.
Antes decía "yo de mayor..."
ahora solo quiero parar el reloj,
se ha roto papá, ¿se puede arreglar?
el miedo a que todo tenga un final.
Dime papá, ¿se puede arreglar?
el miedo a que todo tenga un final,
este miedo tan puro, tangible y real,
tanto que estiro los dedos y casi lo puedo tocar.
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