Bebo a orillas de Cronos y su linaje,
De caronte solo se percibe el oleaje,
En el reflejo, un niño indomito y salvaje,
Por dentro, oculto las arrugas con el maquillaje,
Estoy malacostumbrado al cambio de paisaje,
Paso del azul a la ceniza en un pasaje,
A veces a punto de rozar el horizonte,
Otras la brújula se olvida de marcar el norte.
En este desorden de aguijones y ternuras,
De soles opacos y de lunas en ayunas,
Ansío la vacuna que me de un respiro,
De esta lucha que perdura más allá del frío.
Un paraguas de palabras pa esta lágrima infinita,
Calado hasta el alma de esta sed que grita,
Un mantra, un mapa que me de la solución,
Quizás, compañía para no entrar solo al panteón.
Dime... ¿demasiado joven para el canto de la alondra?,
O demasiado viejo para cambiar las tornas,
Sé que quedan años para cambiar el rumbo,
Per van pasando y sigo dando tumbos.
Estoy cansado de creerme mis mentiras
Ir a la deriva en una vida dividida,
Entre el niño que solo se preocupa de jugar,
Y el viejo que solo quiere encontrar su lugar.
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