jueves, 24 de diciembre de 2015

Hace mucho tiempo

Dos llantos fueron el inicio de una vida,
uno de miedo, otro de cansancio y alegría.
unos brazos que mecen el infinito y harán de guía,
un niño que se aferra con un grito a la luz del día.

Años después ojeo un álbum de fotografías,
a mi lado madre, contando viejas historias,
señalando con el dedo épocas sin nombre, vacías,
momentos congelados, recuerdos sin lugar en la memoria.

La infancia fue un fugaz destello, un parpadeo,
el eterno deseo de hallar paz cuando eres reo,
del presente, del invierno, donde prender fuego,
a este infierno, un instante donde el dolor sea ciego.

Y ya con diez, una lista interminable de complejos,
mirando siempre de reojo, me daban miedo los espejos,
en la tez marcas de odio, alma de niño viejo,
que por agradar quiso ser otro, escapar bien lejos.

Ya con quince hicieron de aparentar un arte,
personas eran escaparates, una competición: ¿Quién es más interesante?
así que imita, dale un calo, otro trago, no te quedes atrás,
mañana tendrás tu minuto de fama, algo que contar a los demás.

Orgullosos o no, necesitaban dar que hablar,
Ser aceptados, el logro consistía en poder encajar
Yo no entendía el por qué de tantas estupideces,
Pero que importaba yo, ellos eran los jueces

Que importaba si yo era el puto raro,
siempre diferente, siempre al otro lado,
a contracorriente, encerrado en si mismo, el otro extremo,
alguien a quien no hacía falta echar de menos.

Y yo cada vez más tímido y más callado,
si no lo intenté fue por temor a ser juzgado,
a las risas de después, hoy es demasiado tarde,
por escudarme en mentiras, fingir no ser un cobarde.

No era parte del juego, yo no quería ser mayor,
quería ser luciérnaga, iluminar más que el sol,
Y así quizás poder engañar a la soledad,
al final ni siquiera pude brillar en la oscuridad.

Mis padres decían míralo, tan maduro a su edad, tan formal,
palabras que a veces pesan demasiado, la presión a defraudar,
papa nunca quise ser como ellos, sin embargo,
papa, solo quería formar parte de algo.

Y ya con canas y ojeras llegan los veintitrés,
mira, no soy más que lo que ves,
a veces vuelvo a mis raíces y me come la inseguridad,
a veces la ansiedad me envuelve, huyo de la verdad.

Pero no te equivoques, vengo más cínico, más mordaz,
más ligero desde que hice trizas el antifaz,
con la mirada transparente, los versos y la mirada afilada,
si defiendo a muerte mis ideas es por la rabia acumulada.

Vengo...Con más heridas y menos lágrimas,
con más derrotas y menos fe en estas páginas,
con las costuras de las alas rotas,
con una escritura que vuela donde no llega mi boca.

Y no, no me he vuelto más arrogante ni más chulo,
no es que tus intentos de insulto se topen con un muro,
no es que a tus palabras se las lleve el viento,
es que las hostias me las pegue hace mucho tiempo.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena. Cada vez más invitas a la gente a adentrarse en lo más profundo y oscuro de tu ser, dejando ver un ápice de ti.

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  2. gracias! espero no asustar a la gente con lo que soy xD

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