Me he pasado la vida discutiendo con el mundo,
años escuchando que vivir es ir dando tumbos,
cometer errores gratuitos, justificar el derroche de segundos,
años de reproches por mantener siempre el mismo rumbo.
Hay días donde me pinto una diana en el pecho y digo dispara,
tus prejuicios tu desprecio lo que no te atrevas a decirme a la cara,
dispuesto a desangrarme en versos y gritarlos al viento sin apartaros la mirada,
a pelear por lo que siento por más que la batalla este amañada.
Hay días en los que naufrago por el peso de una lucha que termina siempre igual: derrotado y moribundo,
en un mar de soledad y heridas en las que me hundo
y solo quiero tocar fondo, en un silencio que me permita no existir,
porque enviarlo todo a la mierda es otra formas más de huir.
Sabes...
Dicen que la vida son etapas y dime ¿dónde esta la mía?,
harto de levantar la vista y encontrar personas vacías,
cambiando de disfraz pero en el fondo son todos iguales,
mendigando aprobación porque no tiene cojones de mirarse en los cristales.
Se creen que la autoestima esta en agradar a la otra gente,
a eso le llaman ser sociables,
todo vale para sentirse alguien, deprimente,
pero esos son sus ideales.
Y perdona si entre tanto maquillaje y cambios de plumaje,
no distingo donde empieza la persona y termina el personaje,
quizás no lo sepan ni ellos y mentirse sea la única opción,
y me pregunto cuanto tiempo invertirán en ser algo que no son.
Cuando les pregunto el porque de todo esto,
¿la respuesta?: no sé, porque si, por moda, para ser honesto,
detesto cuando dicen "tengo edad de hacer estupideces, aún me queda mucho tiempo",
hablando como si supieran cuando será su momento.
Hablan de libertad y rebeldía pero yo veo autocompasión y autoengaño,
cuando la solución al miedo pasa por ser parte del rebaño,
últimamente escucho mucho que soy un cerrado,
porque lucho por unos principios que no son los suyos y me miran raro,
sabes, prefiero ser cerrado a ser una simple copia del que tengo al lado.