Tomé prestadas alas de libertad y hierro,
a lomos del viento, surcando una nube, ligero,
cierro los ojos, resuello y vuelo rumbo a alguna parte,
no importa donde, lejos, tan solo quiero marcharme.
Para dejar atrás otoños llorando hojas secas,
dejar atrás un jardín de fotografías viejas,
marchitas, rotas, donde florecen dudas y certezas,
la belleza de un instante congelado, la sonrisa, el recuerdo, la tristeza.
Y que la tierra donde vivo sea polvo,
y se disipe lentamente con un suspiro sordo,
y por un segundo no haya un punto donde regresar,
y el suelo que piso sea un lugar donde volver a volver a empezar.
Perderme en las calles, seguir el rastro de huellas ajenas,
seguir el eco escrito en las aceras,
respirar de la cuidad y sus historias,
para escuchar lo que otros dejaron atrás: sentimientos y memorias.
Y poder dejar mi firma, un pedazo de mi alma en un sitio diferente,
la calma de ser un extraño ente toda esa gente,
un vagabundo que no ha encontrado su lugar en este mundo.
Quise dejar atrás el pasado y sus cadenas,
la condena de unos labios que son olas y lamen las arenas
donde se esconde las botellas que nunca lancé al mar de los deseos,
reo del presente, esclavo del futuro, quiero, evaporarme con un parpadeo.
Por eso tomé prestadas alas de libertad y hierro,
para marcharme, olvidar, dejar TODO atrás pero no puedo,
quizás fue para dejarte atrás a ti, a todos, a mí,
quizás se resuma en volver, otra vez, a huir.
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