Guardaba mi inocencia en ese pequeño globo atado,
a la mano de ese niño tímido que solía ser en el pasado,
viendo impotente y asustado como escapaba acariciando el horizonte,
desde entonces miro al cielo y pido un deseo ahogado y suplicante.
De, volver a ser aquel chiquillo sonriente de la escuela,
que vivía pintando el mundo con fantasía y acuarelas,
sacando brillo sin cautela a lo que queda de esta espera,
sintiendo la secuela de hacerse mayor, y aceptarlo aunque duela.
Cuando matamos la magia de aquellos reyes magos,
las noches en vela esperando sorpresas y regalos,
los gritos de emoción, sonrisas, alegría y devoción,
soy la decepción de una triste navidad sin ilusión.
Y fui coleccionando disgustos como quien guarda un tesoro,
incluida mi familia, mi modelo, mi credo, mi todo,
el desencanto a los ojos de un hijo que les ve perfectos,
y descubre sus defectos, errores duros y que te mienten como todos.
Caen los mitos como los pétalos de una flor marchita,
nacen los desengaños por la grieta de la fe proscrita,
así miro como pasan los años sentado en una acera,
y es cuando empiezas a entender, que ya nada es lo que era.
Pues ya son muchas mentiras a la cara,
muchos "amigos" y personas escondidas tras la máscara,
muchas desilusiones, conflictos y discusiones,
andando con la desconfianza pegada a los talones.
Así aprendí a llevar el dolor por dentro,
a callar lo que pienso y escribir el sentimiento,
un brujo, si embrujo a las palabras que dibujo en el papel,
para que bailen desnudas y descalzas por las grietas de mi piel.
Si, son los versos de un don nadie casados con la rima,
alguien con más problemas que autoestima,
que mira callado este circo desde su asiento,
cansado de creer que todo puede ser distinto.
desengaños y mentiras...
Ya he perdido la cuenta de cuantas veces ha ocurrido,
si camino herido de muerte desde que he nacido,
y estoy cansado de que me pidas ser lo que nunca he sido
entiéndelo, no soy más que el reflejo de lo que he vivido.
Porque la vida no es más que un baile de disfraces,
en el aire, suena la melódica falsedad de los acordes,
y danzamos con la música, elegantes, entre las costuras de las apariencias,
pero ya no bailo, busco la verdad detrás de vuestras vestimentas.
A partir de ahora cuéntame otro cuento para dormir,
donde las promesas no sepan hacer alarde,
donde tus palabras no tengan ganas de fingir,
y despertarme, sin las verdades en ayunas del cobarde.
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