jueves, 30 de diciembre de 2021

COLUMPIOS

El horizonte es un enjambre de tejados raídos,
La noche, teclado de piano sin ruido,
El instante enciende teclas sin coartada,
Fugaz demostración de vida y luego, nada.

La mirada vuelve a la espalda del cristal,
Mientras el iris palpa con yemas de aire,
El relieve ajado de un sofá,
Paredes blancas que me hablan en braille.

Aquí la soledad es más pura y densa,
El silencio desprende sombras que proyectan
Tu recuerdo, susurran tu nombre al viento,
Y yo viendo, reminiscencias sin contexto.

Escucho el crujir del suelo,
Envoltorios abiertos en busca de alimento,
Eco hilvanado al sonido de cajones,
Cadencia que derrama conversaciones con tus pies.

Escucho como me llamas, la llaga te invoca,
Aunque ya no reconozca mi nombre en tu boca,
Me pregunto como anidas hasta este grado,
En lugares en los que nunca has estado.

Cuajo futuros nacidos de la niebla,
Particulas de sol que no calienta,
Al desprenderse la corteza del ímpetu
Vacío y azar en manos de lo azul.


Hablamos tanto del momento, durante tanto tiempo,
Que ya no distinguí anhelo de verdad,
Incapaz de escindir el concepto
Hogar, del lugar en que tú estás.


¿Está gran nada que transpiro a que se debe?
¿He normalizado masticar la nieve?
¿La vida transita en el sonido del columpio?
¿O he dejado de buscar un rumbo?

¿Es éste mi sitio? Me pregunta el hambre,
Puede serlo siendo tú esencia y no carne,
Bebiendonos la noche en nubes diferentes,
Ahora que he normalizado masticar la nieve.

El horizonte, enjambre de tejados raídos,
La noche, teclado de piano sin ruido,
Los silencios desprenden sombras como ofrenda,
Aunque ya nada duela.