La duda reiterada es ejercicio erosionante,
combatir el hambre con pan ensangrentado,
dentelladas a palomas de aire,
moverse, y no llegar a ningún lado.
Mi autoconcepto: ruinas y autodesprecio,
a veces me obsequio con fugaces sosiegos,
habito una armadura de seda y hierro,
la cual transmuta a merced de la sed del viento.
Lleno pizarras con teorías conspiranoides
para descubrir qué hay detrás de mi nombre.
¿Soy lo que proyecto? Me digo que no.
por una autoestima que oscila cual yo-yo.
Ya sea por ego o mentiras a medias,
verdades sin lengua, silencios que aparentan,
proyecto espectros que abrazan la ambigüedad
No me sirve, busco unanimidad.
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¿La solución está dentro? me digo que no,
incapaz de arrojar luz al contorno,
más bien esparzo la noche en las sombras que me invento,
sombra sobre noche, negro sobre negro.
En un arrebato de mansa rebeldía,
llegó a un acuerdo tácito con látigo y puñal,
soy capaz de estar en paz con la herida,
pero no me sirve, busco unanimidad.
Necesito arrancarle certezas al azar
me entrego a catarsis que acaban igual,
otorgando la tutela de la decisión al tiempo,
negligencia emocional a la cual estoy sujeto.
Colgador metálico, sucias camisas blancas,
bajo la lluvia y nadie corre a descolgarlas
me acurruco en ellas dejando que llueva,
esperando que amaine la tormenta.