Mi corazón ralentiza lo inmutable,
Principio y fin del agónico sedante
que dormita en la almohada junto a la falta de sueño,
lágrimas atadas al iris, pues no las merezco.
La culpa es un señuelo del que nadie está exento,
ya no me preocupa el rol que ocupo en este juego
solo deseo poner fin al eco de tu cielo,
aunque implique no ser la causa para enseñar tu hoyuelo.
Mi cerebro tiene al corazón cogido por el cuello,
no hay desuello que frene una fe sin peros,
ni daño que arañe una sed por ser legado,
que se resume, en toda falta de resultados.
Suelo hacer imperios de un grano de arena,
Darle vueltas a todo, parte de la condena,
Hago conjeturas para descifrar los silencios
sabiendo que nada de lo que engendre será cierto.
al menos no del todo, suelo barrer para casa
donde yo soy víctima, y el otro la amenaza
y creó espacios que justifiquen lo que siento,
excusas que uso para huir del viento.
El cual me devuelve a la falda de tu ombligo,
ciclo infinito de autocompasión y de castigo,
te lo dí, prometiste cuidar de sus latidos,
ahora vienes y me dices que lo has perdido.
Ahí está, tiritando de impotencia,
con más cicatrices que certezas,
ahorcado en un sucio y hilo rojo,
frente a un espejo roto que expone sus carencias.
Ahí está colgado por amor,o por dolor,
qué más da, ya no diferencia su sabor,
colgado por la eterna promesa de algo mejor
esperando pero nunca llega el Ragnarök.
Ya no lloramos por ti,
ya no escribimos por ti,
sino por el yonki suicida de mi corazón,
le duele más querer odiarte que su dolor.
Ahora lloramos por él,
ahora escribimos por él,
porque sigue temiendo el momento del fin
aunque para eso nos lo pongas cada vez más fácil.
Ya no lloramos por ti,
ya no escribimos por ti,
sino por el yonki suicida de mi corazón,
le duele más querer odiarte que su dolor.
Ahora lloramos por él,
ahora escribimos por él,
porque sigue temiendo el momento del fin
aunque para eso lo pongas cada vez más fácil.