jueves, 9 de noviembre de 2017

Joe Macmillan

Oye Joe,

En qué momento me tatué el gris en la retina,
los ojos del que mira un inverno que no termina,
como forma de vida deja huellas en la nieve,
la estela de una herida que ya no conmueve.

¿Cuándo le puse una sonrisa al fracaso?
por qué ante la pregunta de como veo el vaso,
me lo bebí de un trago, así se acabó la discusión,
todos peleados por algo que no tiene solución.

Joe, en qué consiste ser un hombre,
si más de encajar se de esquivar el golpe,
si las palabras cavan trincheras en el labio,
cansado de las guerras que no van a ningún lado.

Ahora si levanto la mano es para tapar el sol,
bajo la mirada ante la luz y su ardor,
me digo que es la madurez, es hacerse mayor,
o que he perdido aquello que me hacía alguien mejor.

Ahora me hablan del amor, digo espérate
los caminos se bifurcan, mira ya te lo avisé,
por qué en vez de lucha digo déjalo,
la culpa no es de nadie solo acéptalo.

Joe, dijiste lo importante no es el ordenador,
es el objeto que da acceso a lo que importa,
dijiste TÚ, siempre fuiste TÚ, quebrado de dolor,
el silencio de una lágrima aceptando la derrota.

¿Por qué no la paraste y te quedaste tras la puerta?
sentado en el sofá con la mirada descompuesta?
cómo fuiste capaz de dejarlo todo atrás,
echar la llave al sentimiento, no volver jamás.

Cuándo acepté que tu idea fue coherente,
cuándo acepté que querer no es suficiente,
me digo que es la madurez, es hacerse mayor,
o que he perdido aquello que me hacía alguien mejor.