viernes, 27 de enero de 2017

Ego y comparación

Reposo en un centro de un campo infestado,
de armas melladas, de lunas gastadas, a un lado
la calma al otro la muerte,
y yo anclado en esta lucha perenne.

Ahí fuera matan por un dios, control, vanidad,
yo matándome por encontrar mi verdad,
bandera blanca en este paraje yerto,
el viento no trae polvo y cenizas... de momento.

Mientras recuento sin suerte los cuerpos inertes,
aquellos que cayeron por cambiar la corriente,
prefiero pensar que es un proceso lento,
al desaliento de que la paz sea un invento.

Silencio.

A veces encuentro las respuestas,
a expensas de dejar heridas abiertas,
agrandar las grietas, acallar las voces,
preguntar a la única persona que me conoce.

Me pregunté, oye por qué tanto miedo,
me dije, porque no ves más allá del ego,
me pregunté, cuándo paz para el corazón,
cuando dejes atrás la comparación.

Cómo dos simples palabras marcan tanto, condiciona
hasta el punto de querer ser otra persona,
escondido en lo profundo, tras los parches,
volviendo la vida de tono azabache.

Y ahora qué, ya lo sabes
tienes los nombres pero no las llaves
del problema, ya ves 24 y me quema
cuántos gastaré para resolver el dilema.

¿Sabes? las Moiras cortarán el hilo,
y yo seguiré perdido, en vilo
al filo de dos mitades incapaces
de matarse una a otra o de hacer las paces.

¿Lo paradójico? creen que este pensamiento es innocuo,
creen que soy un muro, decidido, seguro,
dudo, incrédulo hasta la médula,
muy a menudo dejo que me lleve la tormenta.

Algunos ven la vida de color magenta,
es la meta de esta fábula sin moraleja,
que versa sobre escapar de rejas autoimpuestas, invisibles,
las únicas que impiden ser libre.

A veces me engaño y creo que vuelo,
diferente del rebaño un hereje de ensueño,
dueño de una vida que me pertenece,
pero la pierdo de vista cada vez que amanece.

Así deambulo, oscilo cual péndulo,
a veces minúsculo, a veces inmenso,
así lleno otro capítulo de contradicciones,
donde las palabras no reflejan las acciones.

Todavía un niño enfadado con el espejo,
cada vez más viejo y problemas más complejos,
espalda contra la pared, la mirada lejos muy lejos,
debería cerrar los ojos ver bajo el pellejo.

Dentro, muy a dentro guardas lo que buscas,
quizás no lo ves... quizás te asusta,
crees que irradias luz negra difusa,
metralla de dramas y sombras... excusas.

Solo cuando dejes de mirar alrededor,
preguntándote, quién, quién es mejor,
la comparación no es con otro, es con tu yo de ayer,
la vida no es ser superior, consiste en crecer.

Cuando dejes de buscar la felicidad en el exterior,
y esta no dependa de a quién le va peor,
de personas que ya  no importan o no me conocen
entonces te prometo que todo saldrá bien.

Hasta ese momento sigo andando,
dejando tras de mi un camino plagado,
de luchas que no acaban nunca,
de sombras profusas, luces exiguas y excusas.