martes, 23 de febrero de 2016

Tranquilo, todo llega

Dicen: tranquilo todo llega,
tan solo persevera, escribe versos con ojeras,
el deshielo de esta alma prisionera,
que desespera ante condena de esta eterna espera.

Todo llega dicen, a veces mienten,
a veces solo buscan ser condescendientes,
olvida el presente, paso a paso, se paciente,
yo escucho: todavía no eres suficiente.

¿Cuándo es suficiente? ¿Cuándo dices basta?,
¿Cuándo dejas de sentir que la esperanza se malgasta?
si no alcanzas la meta que llevas a cuestas,
¿Por qué pregunto si ya se las respuestas?

Lo juro, no busco ser alguien intemporal,
innombrable, capaz de engañar al tiempo,
un lugar entre escritores cuyo verso es inmortal,
y su recuerdo morirá cuando se apague el firmamento.

Yo quiero ser descubrimiento no certeza,
mirar a los que admiro sin bajarles la cabeza,
un lugar en esa mesa de poetas en olvido,
anónimos, de tú a tú, perder llamarlo amigo.

No busco fama ni un hueco en la historia,
escribo dramas alejados de los focos y la gloria,
mis versos son el polvo que cubrirán las cubiertas,
de libros perdidos hasta que alguien aparezca.

No busco ruido, aplausos, ni reconocimiento,
busco el silencio que precede al sentimiento,
y me escuches con los ojos cerrados, el corazón abierto,
y sientas tuyo el dolor mudo de aquí dentro.

A veces si, es cuestión de ego,
me flagelo digo: no eres bueno,
me condeno, me censuro y topo contra un muro,
tacha, rompe, lee más crece, más noble, más puro.

Siempre con la actitud, la cruz del novato,
para que luego aparezcan cuatro escribiendo garabatos,
confunden el talento con vergüenza pues su éxito,
es proporcional al fanatismo de su séquito.

Pero tranquilo dicen, todo llega,
tan solo persevera, escribe versos con ojeras
dime ¿cuánto durará la espera?
dime ¿ Y si no llega?

lunes, 1 de febrero de 2016

Tiempo y verso

En ocasiones pienso en la vida como una sucesión
de soles que renacen al rayar el alba,
de noches y damas que se convierten en canción,
amores que se quedaron retales de mi alma.

Mezclo dolor y estrellas cuando hablo con la luna,
ella observa impoluta, muda, cansada,
de los poetas que la llaman amante oportuna
cuando soledad se tumba al otro lado de la cama.

Miedo al inevitable cortejo de sombras, al tiempo,
al reloj y su rutina, que asesina los momentos,
ahogan en folios el lamento, la impotencia, el grito,
labrándose con frases un hueco en el infinito.

Lo confieso, el peso del presente a veces me enmudece,
entonces regreso sobre huellas de polvo y cenizas,
al beso de tiza, infancia que se desvanece,
con el roce de unas manos manchadas de realidad y prisa.

Porque atado a un cordel, arrastro a cuestas el ayer,
ni rastro del placer que prometía la aurora, la corona de laurel,
el vergel del todavía, el destino, el todo por hacer,
atado a un fino hilo de lino que no, se puede romper.

Quizás sientas el dolor de vivir en un laberinto
cuestionarlo todo, ¿es peor?¿podría ser distinto?
me pregunto cuántas primaveras he disfrazado de invierno,
cuántas esferas de luz he apagado antes de tiempo.

Sobre lo que dudo, sobre lo acontecido llueve con furia,
y me pregunto en que futuro caerá también esta misma lluvia,
quizás lo entiendas pero ¿sabes lo que cuesta?
a veces la pregunta duele más que la respuestas.

La suerte se divierte con su risa de marfil,
apostando con la muerte cuando llegará el fin,
la frágil brisa que nos empuja a la calavera y su confín,
avanzando por la vida siempre en diagonal, como el alfil.

Dicen que el límite es el cielo, no cielo, el límite  lo pones tú,
no importa si es el suelo o la luna, tu decides la altitud,
la cruz,
que nos persigue de la cuna al ataúd.

Ya se que digo que no voy sobrado de talento,
que escribo poco y lento pero es puro sentimiento,
decidido a robarle una victoria al olvido,
brindarle un verso al mundo cuando ya me haya ido.