Sabes...
A veces contemplo el pasado como una fotografía desgastada,
por el tacto de unos ojos cansados de buscar opciones, encontrando nada,
solo el recuerdo de nuestros actos y decisiones, un instante que no cambiará,
una mirada anclada a lo que pudimos hacer por un ayer que ya, no volverá.
Dime...¿Ahora qué nos queda?
quizás la dolorosa espera de un mañana que no llega,
heridas de guerra que reabrimos para no olvidar
que si duele, todavía queda algo por lo que luchar.
Quizás el eco de conversaciones que mantuvimos con la almohada,
contándole todo lo que haríamos, creyendo que el futuro nunca acaba,
quizás el vacío de las palabras que ahogamos para no decir lo que sentimos,
y luego leernos a escondidas para saber lo que nunca nos dijimos.
Y quizás no haya culpables pero...
perdóname por ser estúpido e inseguro,
por plantar besos en las grietas de tu muro,
y colarme sin permiso entre risas y caricias, pero sin ruido,
y sentirme único por haber visto lo que siempre habías escondido.
Perdóname por liberar a los pájaros que nacían al ritmo de tus latidos,
mientras los míos disparaban dudas, miedos, causando heridos,
por escuchar como el canto se apagaba con el tiempo, el desconcieto,
de ver como el cielo llora nuestros pájaros muertos.
Mientras me miras preguntando ¿Ahora qué?
y lo siento si solo acierto a responderte no lo sé,
si caminamos a tientas buscando ese futuro que no conocimos.
Así que no importa si el resto nos da por perdidos,
si caminamos sin respuestas buscando un desenlace desconocido,
mientras dejamos detrás un rastro de puntos suspensivos.
Y después de mirarnos a los ojos mientras nos arrancábamos las alas,
después de habernos partido en mil pedazos con el tacto de nuestras lágrimas,
perdóname si echo de menos esa sonrisa que intentas esconder cuando me miras,
y me tocas para asegurarte de que no me he ido, de que no soy de mentira.
Cuando al verte así sonrío mientras te muerdes la boca,
entonces vuelvo a sonreír para que me llames idiota,
perdóname por echar de menos esas discusiones donde fingimos enfadarnos,
siendo el pretexto para besarnos, como única forma de callarnos.
Perdóname por todos los te quiero que no te dije, que me guardé,
pero ya sabes que esta rima acaba diciéndote que, soy un cobarde,
por haber dejado tus sábanas huérfanas de abrazos y suspiros,
por llevarme la luna lejos de tu piel y lo que construimos.
Y por último perdóname porque no me arrepiento,
de echarte de menos, de decir no lo sé, de pedir tiempo,
para saber si lo nuestro empieza o se acaba,
así que perdóname por todo, o mejor no me perdones por nada.